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“Cuando me tomo una copita de vino, hablo mejor en inglés”
- 5 septiembre, 2024
- Posted by: Aldi
- Category: English is Fun!
En la enseñanza de idiomas, es común escuchar anécdotas de estudiantes que afirman que, después de una copa de vino, su habilidad para hablar en inglés mejora. Aunque esta observación puede parecer trivial, tiene fundamentos interesantes en la psicología del aprendizaje, especialmente en cómo las emociones y la reducción de la ansiedad pueden mejorar el rendimiento lingüístico.
La ansiedad y su impacto en el aprendizaje de idiomas
La ansiedad es un factor ampliamente estudiado en el contexto del aprendizaje de idiomas. Se sabe que los niveles elevados de ansiedad pueden obstaculizar la adquisición y el uso efectivo de un segundo idioma. Esto ocurre porque la ansiedad activa la respuesta de “lucha o huida” en el cerebro, y desvía recursos cognitivos cruciales que podrían utilizarse para la memorización, la recuperación de palabras y la construcción de oraciones complejas. Este estado de hiperalerta puede llevar a bloqueos mentales, vacilaciones y una menor fluidez en la expresión verbal.
Aquí entra nuestro ejemplo del vino porque una copita puede ayudarnos a relajarnos y a reducir nuestra ansiedad. Al reducir la activación del sistema nervioso simpático, disminuye la percepción de amenaza y, por ende, la ansiedad. Esta relajación puede facilitar un acceso más fluido a la memoria lingüística, que permite que el hablante recupere y utilice vocabulario y estructuras gramaticales con mayor facilidad. No es que el vino mejore las competencias lingüísticas en sí, sino que facilita a que el hablante acceda a sus conocimientos previos sin la interferencia de la ansiedad.
Emociones positivas y consolidación de la memoria
La psicología del aprendizaje subraya la importancia de las emociones en la consolidación de la memoria. Las experiencias emocionalmente positivas, como la relajación y la confianza, no solo mejoran la fluidez verbal en el momento, sino que también facilitan la consolidación de lo aprendido en la memoria a largo plazo. Esto se debe a que el cerebro, al encontrarse en un estado emocional positivo, es más propenso a procesar y almacenar información de manera eficiente.
Práctica constante
Si bien estos efectos pueden ser beneficiosos en situaciones sociales o informales, es importante considerar que el consumo de alcohol no debe ser visto como una solución para mejorar la fluidez en un idioma. La práctica regular, el estudio constante y la exposición a contextos variados son fundamentales para el aprendizaje sostenible.
En resumen, la percepción de que se habla mejor inglés después de una copa de vino tiene una base en la psicología del aprendizaje. La reducción de la ansiedad y el aumento de emociones positivas pueden facilitar la fluidez verbal, y nos proporciona un acceso más libre a los conocimientos previamente adquiridos. No obstante, es crucial recordar que el verdadero dominio de un idioma se logra a través de la práctica constante y el compromiso, más allá de cualquier efecto temporal inducido, en este caso, por el alcohol.